Desde el barrio Manzanares-Casa de Campo retomamos la campaña que dejamos en suspenso con el inicio de la pandemia en el mes de marzo. Las razones para exigir soluciones se han acentuado con la emergencia sanitaria y la crisis económica que ha estallado. Es por ello que volvemos a la carga para que no carguen sobre nuestros hombros las consecuencias de la crisis y poner encima de la mesa nuestras necesidades.
Las condiciones no han sido favorables para la movilización y, aun así, la presión vecinal ha servido para conseguir que finalmente la biblioteca se mantenga en el futuro Cagigal o que se pusiera en marcha el cine de verano de la Bombilla, aun con retraso de más de un mes.
La piscina al aire libre del polideportivo José María Cagigal se ha abierto a mediados de verano con varios defectos, ni zonas de césped y arbolado, ni una sombra, ni bancos o merenderos, cosa que dificulta la comodidad para permanecer en ella. Además, no tiene acceso para personas con discapacidad a los vasos y varios elementos están aun por finalizar. De momento el compromiso del Ayuntamiento de tener en marcha el polideportivo en septiembre tampoco se cumple, limitando la oferta deportiva pública en nuestro barrio. Siguen sin asumirse responsabilidades políticas, ni empresariales por los retrasos.
Las carencias de nuestro sistema sanitario público se han puesto en evidencia con la emergencia sanitaria. Los recortes de años, el cierre de camas hospitalarias, la reducción de plantillas, el abandono de la Atención Primaria… no solo no se han corregido tras la primera ola del COVID-19, sino que se han agravado, apostando por la atención telefónica en los centros de salud, cerrando los Servicios Urgentes de Atención Primaria, privatizando nuevos servicios sanitarios, cerrando camas en verano para abrir un “hospital de pandemias”, contratando un número insuficiente de rastreadores, mientras se asegura la presencia de sacerdotes en los hospitales madrileños.
El inicio del curso escolar se anuncia también sin garantías sanitarias, sin medidas concretas para asegurar una vuelta segura a las aulas, dejando toda la responsabilidad a los equipos de dirección y exponiendo al personal de la comunidad educativa. A su vez, continúan los recortes, reduciendo el cupo de profesorado en los centros y cerrando hasta 14.000 plazas en centros públicos para el curso 20-21, duplicando al mismo tiempo la partida destinada a pagar el Cheque Bachillerato. Las promesas anunciadas a finales de agosto no aseguran ni la calidad educativa, ni la seguridad en la vuelta al cole, para lo que hay que eliminar los recortes en primer lugar. La Escuela Infantil Antonio Mercero se ha quedado ya pequeña al año de su inauguración para cubrir la demanda de escolarización en el primer ciclo de infantil.
Otro de los graves problemas es la M30 en su paso por el barrio, el ruido, la contaminación y la inseguridad en toda la línea de edificaciones y aceras que lindan con esta autovía urbana. A finales de la última legislatura parecía haberse alcanzado una solución parcial al problema, un proyecto que mejoraría la situación actual, aunque sin ser la solución global que necesitamos: el soterramiento. En la reunión informativa convocada por la Junta ni siquiera llegan a asegurar que ese proyecto pudiera ejecutarse en esta legislatura, mientras que sí se va a producir el soterramiento de la A5 en el distrito de Latina, con un coste estimado de 180 millones de euros. Queremos la misma solución a los mismos problemas, soterrar la M30 en el Pº del Marqués de Monistrol. Somos el barrio de Casa de Campo, pero se nos obliga a vivir de espaldas a este pulmón de Madrid.
Se hace imprescindible abordar la situación deficitaria del transporte público en el barrio. Mejorar el servicio de autobuses, racionalizando los horarios del 41, 46 y 75 y aumentando su frecuencia, alargando hasta nuestro barrio las líneas 16 y 21, instalando las estaciones de Bicimad tal y como acordó al JMD en diciembre de 2019 por unanimidad y llevando el Metro hasta al puente de Franceses para acabar con el punto negro para la movilidad que se produce en algunas zonas de nuestro barrio.
Estos son algunos de los problemas más acuciantes, no los únicos. Hay numerosos proyectos de los presupuestos participativos aun sin ejecutar. El problema de la suciedad en nuestras calles y la falta de mantenimiento de parques y jardines (que puede llevar a que las zonas verdes mejoradas vuelvan a su estado anterior), aceras, calzadas y equipamientos urbanos. El agravamiento de la problemática relativa a la presencia de personas sin hogar en el barrio. El problema de la presencia de amianto en nuestro barrio y la responsabilidad de la administración en el abordaje de un problema de salud pública. La carencia de un Espacio de Igualdad en el distrito, que hemos solicitado para el barrio. La falta de oferta cultural y artística pública, agravada por la infrautilización del centro cultural Agustín Díaz con recorte de actividades y ratios para el nuevo curso, que nos llevan a pedir la gestión del futuro espacio cultural del polideportivo José María Cagigal para la Asociación, gracias a la experiencia acumulada en el barrio con proyectos como el Barrio Sonoro o las Miniolimpiadas. A pesar de las negativas de la JMD, insistimos en la necesidad de acceder a un espacio físico propio, para poder realizar nuestro trabajo al servicio de vecinas y vecinos. Debemos además articular unas fiestas de San Antonio que recuperen su carácter popular, con la participación de los vecinos y vecinas en nuestras fiestas.
A todo ello se suman las terribles consecuencias del paro, los ERTE, el empeoramiento de las condiciones laborales o la reducción de ingresos de los trabajadores y trabajadoras autónomos que están llevando a que aumente el número de familias en situación de vulnerabilidad en el barrio, sin que Servicios Sociales disponga de los recursos suficientes, ni iniciativas como la REMI o el IMV puedan garantizar una vida digna.
Sobran los motivos para hacernos escuchar, tenemos razones de sobra para salir a la calle
¡Queremos soluciones ya!
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