Visibles, sonoras y sororas

Este es el manifiesto que se leyó en la IV edición de Visibles y Sonoras el pasado 27 de noviembre de 2024.

Bienvenidas y bienvenidos a la cuarta edición de Visibles y Sonoras. Un encuentro de artistas, en femenino, que organiza la Asociación Vecinal Manzanares – Casa de Campo para visibilizar el talento creativo de las mujeres de nuestro barrio, en torno a una fecha tan importante para nosotras como es el 25 de noviembre: Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una fecha, más que de celebración de repulsa, de la que además se cumplen 25 años, un cuarto de siglo de historia.

En 1999 la ONU estableció esta efeméride en recuerdo del asesinato el 25 de noviembre de 1960 de Las Mariposas. Así llamaban a las hermanas Mirabal, feministas de la República Dominicana convertidas en símbolo, que plantaron cara al dictador Rafael Leónidas Trujillo. Tres de ellas pagaron su osadía siendo brutalmente asesinadas por el régimen, por el hecho de ser mujeres y activistas políticas. Un crimen que conmocionó a la sociedad dominicana y marcó el punto de inflexión para acabar con la sanguinaria dictadura de Trujillo.

El feminismo y el arte han sido siempre dos potentes herramientas transversales de cambio social. De revolución silenciosa y sonora, de visibilización de las injusticias y de grito contra el poder que oprime (el poder opresor siempre es patriacal). Y en este marco celebramos juntas este acto de encuentro para visibilizar el talento sonoro y creativo de nuestras vecinas y poner el énfasis en nuestro compromiso para ayudarnos, entre nosotras como sororas que somos, a distinguir y erradicar todas las formas de violencia que a día de hoy seguimos sufriendo las mujeres, incluso en entornos amables y privilegiados como este maravilloso y acogedor barrio en el que vivimos muchas y muchos que hoy estamos aquí.

Porque violencia machista no es solo una agresión física, sexual o psicológica en desigualdad de condiciones por el hecho de ser mujer. Es mucho más que eso. Hay muchas violencias contra las mujeres muy distintas, muy sutiles y sibilinas. Violencia es que tengas que dejar atrás tus sueños porque “no te da la vida”, porque no llegas a todo. Que te obliguen a elegir entre ser madre y crecer como profesional en el trabajo que has elegido y te gusta, que pongan en duda tu buena maternidad si no renuncias a parte de tu jornada y sueldo.
Violencia es cobrar menos en el mismo puesto de trabajo que tu compañero de al lado (es algo que nos dicen que ya no ocurre, pero es mentira: sigue pasando).


Violencia es que te digan, como quien no quiere la cosa, que a tu hijo mejor no le eduques igual que a tu hija. Luego, claro, un chaval de 17 años le corta el cuello a su novia de 15 porque le ha dejado, como ha sucedido esta misma semana, y nos llevamos la manos a la cabeza.


Violencia es que te digan que quien te quiere, te hará llorar (eso también es mentira). Que te minen la autoestima y la moral, que te recuerden que tu madre estaba en casa sin quejarse como tú; que si tú te quejas porque te duele, eres una exagerada o una dramas.


Violencia es tener que leer en una parada de bus “que se no se te pase el arroz”, que te pregunten ¿para cuándo los niños? sin pensar que si no los tienes es por decisión propia o forzada; o que te llamen puta si vistes como te sale del coño y sales con quien te da la gana. Violencia es que te encabrones por algo, porque estás harta, y te llamen histérica; o que sientas como sabes y eres y te llamen “intensa”. Que te digan que te estás echando a perder, que no te aguanta nadie, que te vas a quedar sola. Hay violencias tan sutiles que nos machacan la autoestima gota a gota… Violencia son tantas cosas que hemos normalizado durante tanto tiempo.


Afortunadamente, en espacios vecinales como en el que nos encontramos sabemos mucho de esa sororidad que no solo nos hace la vida más fácil: también nos empodera para nos sentirnos ni más ni menos que otras, ni más ni menos que nadie. Es esa red de afectos y de cuidados mutuos que tejemos y entretejemos entre todas para apoyarnos: la madre del cole que te recoge los peques cuando no llegas porque vas siempre con la lengua fuera; la vecina que te preguntan si necesitas algo antes de que tú se lo pidas.


Y por eso, en un acto como este, reivindicamos también nuestro talento. Porque somos mujeres creativas, incluso para hacer una cena rica en dos minutos con las tres primeras cosas que encontramos en la nevera mientras el bebé llora en nuestros brazos y el whatsapp del trabajo explota. Porque somos visibles, sonoras y sororas. Porque combatimos las violencias diarias diciéndole no al miedo y creyendo en nosotras mismas. Y porque no estamos solas.

ROSANA SÁEZ MUÑOYERRO.

Facebooktwitter