¡Cuatro kilos! Cuatro kilos de comida preparada por una sola persona. Que sí, que la ocasión lo merecía. Pero es que son cuatro kilos. Eso no se improvisa de la noche a la mañana. ¿Cómo se organiza uno para hacer eso sin que falle nada?
El viernes, las hortelanas que andaban por el huerto, preparándolo para la ocasión, ya sospechaban algo. Desde el bancal de guisantes, al que se estaba ayudando a trepar con una estructura de listones y cable, veían su concentración pasando la desbrozadora (¡¡muchas gracias a nuestros amigos de Tundra Jardinearía!!) y pensaban: “Ahora tiene que estar decidiendo los rellenos de las empanadas. Si no, no le va a dar tiempo”. Desde los alcorques de los frutales, a los que se les estaba aportando compost, se paraba de vez en cuando y se comentaba: “Ahora estará ya con los ingredientes de las pizzas. Si no, no le va a dar tiempo”. Las que trabajaron a su lado preparando la zona del vallado para las aromáticas aseguran que entre golpe de azada y palada se oía un run run de horarios y grados de horno. Y así se nos fue la tarde del viernes en dejar el huerto bien arregladito para la fiesta del domingo.
El sábado, según lo programado, una delegación de Bombilleros se acercaba a El Testarro, el vivero en el que se recogería el plantel hortícola para la jornada de plantación. Y mientras esperaban a que les preparasen las plantas de tomate, pimiento, berenjena, etc. se decían: “Ahora ya tiene que estar estirando las masas. Si no, no le va a dar tiempo”.
Ya el domingo, dando los últimos retoques a las hierbas de la zona del arenero y ajustando los tubos de riego a los nuevos bancales que se iban a plantar, las que allí estaban no escondían sus dudas: “No creo que al final sea tanto. No va a poder cargar con todo”. ¡Pero si! Por allí llegaba la bicicleta con su cesto y alforjas llenas.
Luego todo se llenó rápidamente de sol y gente con ganas de pasar un buen rato. Y de comer, porque la mesa se seguía llenando de otros platos que traían vecinas y hortelanas. Y enseguida se pusieron, pequeños y mayores, manos a la obra. Azadas, rastrillos y regaderas de todos los tamaños, trabajando sin parar. ¡Y la mesa quedándose pequeña!
La jornada se saldó con el siguiente resultado:
- Dos bancales de pimientos, de variedades italiano y carnoso (Bancales 13 y 15)
- Dos bancales de tomate, de tres variedades: cherry, bajo y alto (Bancales 3 y 5)
- Dos bancales de berenjena, de dos variedades: morada y rallada (Bancales 23 y 32)
- Dos bancales de patata, variedad Kennebec (Bancales 14 y 28)
- Un bancal de pepinos (Bancal 4)
- Un bancal de calabacín (Bancal 19)
- Un bancal de calabaza (Bancal 33)
¡Ah! Y también hubo una mini-asamblea. Que nos pilló a casi todos con la boca llena. Allí nos hablaron de proyectos de organización colectiva y cooperación espontánea. De próximos festejos. Y de jornadas de intercambio de experiencias. Todas muy apetitosas. ¡Como los cuatro kilos que aún debían quedar en la mesa cuando ya se empezaba a recoger!
¡Qué ganas de que llegue la siguente «jornada de plantación»!
Dejar una respuesta